Restauración


Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.

                                                                   Salmo 147:3

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Recomponiendo líneas, restaurando vidas, quizás pensar en estas palabras como que suenan algo fuerte para un pueblo que esta fundamentado en la fe, en la gracia y el poder de Dios; sobre entendiendo que en Cristo somos más que vencedores; que todo lo podemos en Cristo; que nada nos separará del amor de Dios que es en Cristo Jesús; que pertenecemos al reino de los cielos, donde Dios es el soberano absoluto; que disfrutamos lugares celestiales juntamente con Cristo, gracias a la unión con él, etc., etc.


Pero cuando hablamos de recomponer, de restaurar, de regenerar algo , realmente estamos empleando palabras desafiantes cargadas de un compromiso de una idea que tiene un presente, un ahora, que necesita con urgencia ser atendido; pero, esta vida ha tenido un antes que se ha perdido, que se ha estropeado, porque algo ha pasado, algo se ha roto, algo se ha deteriorado, algo ha estropeado o se está malogrando y necesita lo más rapido posible atención, por lo cual, al momento de ser atendido tiene un futuro para que vuelva a lo que era antes (restauración) y si se puede que sea mejor aún.


Cuando entramos hablar de esta forma, las palabras traen consigo la fuerte posibilidad de cambios, de transformaciones, de regeneración, que con la abundante gracia de Dios y la unción poderosa de Dios Espíritu Santo producirá en nuestras vidas un mayor peso de gloria; este tipo de tribulaciones momentáneas producen en nosotros cada vez un más excelente y eterno peso de gloria; no nos quedemos mirando el deterioro, lo roto, lo que se ha estropeado, levantemos nuestras cabezas miremos a nuestro redentor, enfoquemonos por fe en el autor y consumador de la fe, miremos a Jesús, porque él es el que perfecciona y completa nuestra fe para realizar lo que ha comenzado en nosotros, él, no nos dejará, no nos desamparará, ni nos abandonará, el con nosotros siempre está


estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva.

Filipenses 1:6 


Es un hecho que este encare nos lleva a grandes profundidades espirituales, que realmente pueden llegar a ser incomparables e intransferibles para cada hombre, cada mujer; pero, es ahí, justamente donde la obra, el plan, el propósito de Dios alcanza su máximo esplendor, que hace, desafiando al ser humano a edificar, su vida, su familia, su ministerio, a partir de la misma llaga, desde el dolor y sufrimiento mismo, siempre inspirado, siempre fortalecido en el corazón y los pensamientos a través de la gracia, el poder, y el amor de Dios.


Sin lugar a dudas, el llamado a recomponer líneas, restaurar vidas es un trabajo divino que apunta a la renovación en el Espíritu del Creyente, donde lo roto, lo debilitado, lo disminuido, lo que se ha vuelto permeable, filtrable, penetrable, por las fuerzas contrarias que no pierden oportunidades y disparan sus dardos de fuego con el propósito de dañar, de destruir; en las situaciones cotidianas adversas de esta vida es donde solemos manifestar, presentar, exponer ciertas debilidades, fragilidades, o temores porque somos humanos y en ocasiones tenemos puntos vulnereable, como el talón del guerrero Aquiles**. (Héroe de la mitología griega)

Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová;

                                         Jeremías 30:17

Cristo puede  transformar, renovar, restaurar nuestro corazón quebrantado, herido, lastimado, roto en algo hermoso y maravilloso, puede hacerlo totalmente nuevo, para gloria y honra de su nombre, nada hay imposible para él, ni para los que creen en él, porque todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, pero, hay ciertas cosas que dependen o mejor dicho hay cosas que tenemos que hacer los creyentes, los hijos de fe.

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.

Jeremías 17:9-10


El primer paso a la recomposición de líneas o de restauración es ubicar la verdadera causa de porqué hemos llegado a la presente situación, el proceso de buscar la causa no solo nos ayuda a ver el problema, también nos ayudará a evitar y repetir errores; un enfoque sincero nos permite tomar decisiones más sabias; enfocándonos en la verdadera recomposición o restauración; entendiendo que hay un presente que no puede continuar así; no atender la situación puede hacer que siga desmejorando día a día, pero, no hay dudas, este presente necesita una transformación, ha tenido un pasado esplendoroso, bueno, por lo cual se desea con el corazón un futuro restaurado** completamente o mejor aún para bien de nuestros días venideros y todo sea para la gloria y honra a Dios.


No nos quedemos con una mirada o una sensación que la restauración es llevar algo a su estado originario, quizás puede ser el momento donde podamos abrir nuestros pensamientos a algo diferente;  no siempre cuando pensamos en restauración significa literalmente volver a lo que se era antes; Dios puede llevarnos a darnos algo más con el fin de  alcanzar algo superior o mejor de lo que teníamos, quizás haya correcciones que nos acerquen más al plan, al propósito de Dios;   antes de entrar en este periodo de restauración o recomposición de líneas pensemos sobre todas las cosas que podamos alcanzar  y estar dispuestos a dejar atrás lo viejo y recibir una vida renovada.

Consideremos que en ocasiones echar mano a los procesos transformadores de parte de Dios tienen costos inesperados, pero nunca pensemos que vamos a perder algo, sino pensemos que este proceso y ese costo a pagar esta produciendo en nosotros un cambio significativo que nos lleva a un nuevo nivel de comprensión, de fe y a un mayor alcance del propósito divino para con nuestras vidas; si estas buscando un futuro mejor, cada paso que des en esa dirección deberá ser con convicción y amor. "Si algo va a cambiar mañana empieza hoy" si sigues haciendo lo mismo que ayer es muy probable que tu vida no cambie.

En ocasiones el deterioro, la herida, la inflexión, el desánimo, en ocasiones es a consecuencia de cosas que suceden en el entorno de nuestras vidas, llámese relaciones interpersonales, de familia, laborales, situaciones económicas, pruebas, luchas, etc., etc., y puede ser que hemos tomado decisiones no tan acertadas o equivocadas, pero lo cierto es que impactan tan fuertes sobre nuestras vidas que hacen que nuestras defensas bajen, que nuestras primeras líneas se empiecen a deteriorar a descalabrar, llámese oración, lectura bíblica, ayunos, asistencias a los cultos, alguna perdida de credulidad o fe, empiezan aparecer enojos, mal carácter, empiezan a brotar raíces de amargura, nos amargamos, discutimos, etc, etc., todas estas situaciones que las aprovechará el enemigo de nuestras almas.

Vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe.

Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.

Salmo 32:3-5

El segundo paso, una vez que determinamos las causas por el cual hay cosas que se han deteriorado, que se han desmejorado, que se han roto, debemos comenzar actuar en la búsqueda de las mejores soluciones, lo más importante es la búsqueda de Dios para que nos guie, para que nos ayude, en ocasiones, estamos doloridos, heridos, ofendidos, en amargura por algo que ha acontecido o por lo que hemos llegado a esta situación.


El reconocimiento de las causas de porque hemos llegado a tal o cual situación es clave, porque la verdadera solución, la verdadera transformación, la verdadera metamorfosis sucede, pasa, cuando se buscan y se ejecutan medidas para reparar el asunto; la humildad, la fe, la esperanza, la búsqueda de Dios; en los momentos adversos, de dolores, de decepciones o de desesperanzas, la búsqueda hacia nuestro interior con la gracia y el favor de Dios podremos encontrar los caminos que nos conducirán a encontrar la restauración, la recomposicion de las lineas espirituales.


Como siempre trato de trasmitir desde mi humilde comprensión o discernimiento que las heridas del alma, de las emociones no sanan tan rápido como las heridas o lastimaduras físicas, estas, las heridas del alma o las emocionales lleva su tiempo, mucho tiempo, pero, tomar la decisión correcta y avanzar es la clave, caminar con fe, con esperanza, sabiendo que nuestro Dios está atento y no nos dejará, sino que nos robustecerá y nos ayudará, a ir fortaleciendo nuestra recuperación; cada paso y cada decisión son fundamentales en el proceso de sanación.


Reconocer que hay algo para hacer y no actuar en consecuencia es una de la peores forma de inutilidad y parálisis; que inevitablemente lleva a dos escenarios finales, que todo permanezca como está, o que la situación empeore hasta el punto de no retorno.


El reconocimiento de lo que se debe hacer y no ejecutarlo puede realmente conducirnos a un estancamiento espiritual que puede arrastrarnos a un sufrimiento más profundo; la inacción, quedarse quieto por un montón de pensamientos, emociones o sentimientos que pasan por nuestra alma pueden llevarnos a un punto en que no hay vuelta atrás. Sin embargo, para el creyente, para el ser humano siempre existe la posibilidad de cambiar el rumbo, incluso el cambio más pequeño puede marcar la diferencia entre quedar atrapado, o marcar el inicio a la restauración; el paso, por pequeño que este sea para el objetivo de cambiar, puede ser la diferencia entre quedar atrapado en el dolor o avanzar hacia la sanación.  

Identificar las causas que requieren acción es clave para transformar la situación sea esta crucial, critica o trascendental que puede ser más o menos crucial, más o menos critica, más o menos trascendental, pero, es un hecho que lo que hagamos en Dios traerá sanación, restitución, rehabilitación, restauración, renovación sobre nuestras vidas y almas, el cambio sucederá; podemos sentirnos atrapados, prisioneros de situaciones que llegan sin buscarlas o por nuestros propios errores, incluso por estrategias del enemigo. Sin embargo, el poder de Dios nos ofrece siempre una oportunidad de libertad y renovación.


A veces, en nuestra búsqueda del favor de Dios a través del ayuno y la oración, enfrentamos burlas y críticas de enemigos espirituales que intentan desalentarnos; en lo que estamos haciendo, sin embargo, debemos confiar en Dios y seguir adelante, pues en él encontraremos prosperidad y restauración; tenemos que tener confianza en nuestro Dios y seguir adelante que él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y seremos restaurados para el bienestar de nuestras vidas y la gloria de Dios.

Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre.

Lucas 15:17-20


Este texto pertenece a la parábola del hijo prodigo; más allá de los textos que componen el contexto de está historia, quiero encontrarme profundamente con el ser humano, con ese hombre lleno de vulnerabilidad, de fragilidad humana, que, por decisiones propias, terminó en la miseria y el dolor; pero, a la vez esta historia tan similar a un sin número de hombres y mujeres que por decisiones erróneas se lastiman de tal manera que tocan fondo; pero, esta historia a la vez está llena de esperanza para el que ha caído, para el que ha tropezado feo en esta vida, porque este hombre encontró la posibilidad de restaurarse, de recomponer sus líneas, de restaurarse


Este hombre en su lecho de dolor, de sufrimiento a causa de su caída, quizás con desesperación como que presentaba una lucha interna, por lado veía su condición caída, recordaba lo bueno que era vivir en su casa paterna, y pensaba desde sus sufrimientos que hacer para volver a su hogar, a su vida anterior; esta situación de hombre quebrado, que toca fondo, puede ser más común de lo que pensamos, por lo cual, hay un sin número de hombres y mujeres que necesitan una reflexión interna que les ayude actuar en consecuencia para avanzar a la restauración genuina que no consiste solo con volver al lugar físico del hogar, sino que también necesita un retorno emocional y espiritual que restaure totalmente su identidad, su dignidad y su propósito en esta vida.

La historia del hijo prodigo puede ir mucho más halla de lo religioso, de lo espiritual porque su alcance es extraordinario porque algunos, pocos, muchos y es probable que todos en algún momento hemos sentido que algo dentro de nosotros se ha roto por diferentes circunstancias ya sea por causa nuestra o por causa de un tercero, hemos sido lastimados, heridos, y quizás por momentos hemos perdido el rumbo y deseamos desde lo profundo de nuestro ser recomponer las líneas o la restauración de nuestras vidas.


La restauración genuina no es el resultado de un reconocimiento de lo mal que está la cosa, el reconocimiento por el solo reconocimiento nos conduce a la horrenda realidad de quedar prisionero, de cargar indefinidamente pesadas cadenas, de caminar con un lecho lastimoso donde exponemos toda nuestra decadencia, la restauración no prospera con tener deseos de cambiar, la restauración se logra llevando a la acción consiente de que hay que caminar hacia la transformación, el reconocimiento o la reflexión interna es tan solo el primer paso a la victoria.


El hijo prodigo, se equivocó, se lastimo, cayó, toco fondo, reflexiono, de lo mal que había procedido, empezó idear una estrategia para enfrentar el asunto, su plan consistía en lo siguiente: levantarse, ir a su padre, declararle a su Padre, su pecado contra el cielo y contra él; que, debido a las malas acciones realizadas, ya no era digno de ser llamado hijo; y asi lo hizo por lo cual él fue restaurado. 


Aquiles **. En la leyenda, Aquiles, un héroe de la guerra de Troya, fue sumergido en el río Estigia por su madre Tetis para hacerlo inmortal, pero fue sostenido por el talón, que quedó como su punto vulnerable.

Restauración ** Reformar es cambiar lo que ya existe; restaurar es traer de nuevo algo en su forma original.