metamorfosis II

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Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad3, vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?4 es indiscutible Dios no nos creó, para morir, no había problema si el hombre comía del árbol de vida, nunca se lo prohibió, la prohibición vino a partir de la desobediencia del hombre al comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, Dios anunció, comunicó, vaticinó, notificó a través de su palabra que el día que comiera el fruto del árbol prohibido moriría, y así sucedió.


Dios no busca la enajenación del hombre, el busca la conversión*, la transformación, la aplicación de los valores, principios y fundamentos divinos en la vida cotidiana, quizás hoy, llegar a ese estado de inocencia inicial, de pureza, de decencia, de integridad que existía en el huerto de Edén a través del esfuerzo, los buenos deseos del ser humano es absurdo, ilógico, inadmisible; llegar a ese estado de inocencia es prácticamente imposible porque el mal abunda por doquier, por dónde quiera que mire en este mundo, porque todo está bajo la ley del pecado.

La corrupción, el mal, la mancha del pecado está en todos los hombres; no hay justo, ni aún uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno5; el pecado mora, habita, reside, vive, en el corazón, en la carne de todo hombre, de toda mujer, lo cual lo hace esclavo del pecado; todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado6. al ser el pecado el amo es imposible resistirlo, mucho menos vencerlo con fuerzas naturales, humanas, el pecado siempre por algún lado, por algún punto de la vida humana aparecerá, se hará sentir, se hará notar.

Como que es imposible al hombre natural decir no he pecado, no tengo pecado, no cometeré pecado, cuando el pecado está reinando en el corazón del hombre y de la mujer; emanciparse, ser libres, independizarse del mismo, es imposible desde lo humano; solo puede lograrse por medio de la fe en Jesucristo el Hijo de Dios quien murió sobre una cruz, resucitando al tercer día como está escrito con el fin, con el propósito divino de que el hombre sea justificados por medio de la fe, hoy sabemos que la sangre de Jesucristo el Hijo de Dios nos limpia de todo pecado.

Cuando el hombre o la mujer confiesa su pecado, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de nuestra maldad7, Dios nos habla de diferentes formas para que no pequemos, para que no infrinjamos, violemos, transgredamos sus principios, sus fundamentos, sus valores  establecidos en las escrituras para con el hombre y la mujer, sin embargo, sabiendo de nuestra naturaleza humana, él nos dice: hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Él es la propiciación, el sacrificio, la expiación, el pago por nuestros pecados y los de todo el mundo

A pesar del inmenso, extraordinario, descomunal e incomprensible amor de Dios hacia el hombre caído, herido, agonizante a causa del pecado, una vez que el hombre es libre del flagelo, del azote, de las heridas, del pago por el pecado por gracia divina, ya que por gracia el hombre es salvo, libre, perdonado del pecado por medio de la fe en Jesucristo; recordar, vivir, perpetuar el amor de Dios en el corazón, como el más preciado tesoro de lo que Dios es: Santo, santo, santo, por la eternidad.

También las escrituras nos declara que Dios es amor, y a través de ese amor resolvió el dilema de su santidad y de la reconciliación para con el hombre a través del sacrificio de Jesús en la cruz, él rescata al pecador del lodo cenagoso del mal, lo limpia con la sangre preciosa de Jesucristo y lo coloca sobre la roca firme, inamovible que es Cristo.

Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo: el propósito divino es que a partir de Cristo es la edificación edifiquemos nuestras vidas alejados del pecado, alejados de los deseos de nuestra carne, porque esas cosas, esos apetitos naturales, pecaminosos nos llevarán en contra de los buenos deseos de Dios, vivir en contra los buenos deseos de Dios significa morir, significa alejarse de las buenas intenciones de Dios; cuando se está en Cristo ya no se puede vivir más conforme a los deseos de la carne, satisfaciendo al pecado, dando rienda suelta a los apetitos, inclinaciones o gustos de la carne, porque todo aquel que vive conforme a la carne, morirá; pero todo aquel que hace morir los deseos de carne por el espíritu, vivirá9; por lo tanto: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne10.

Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.

                                                                                           Jeremías 15: 19-21

Las religiones que pasan, que traspasan, que violan los límites establecidos por Dios, extrayendo, extirpando, anulando, al hombre de sus facultades innatas, de la sociedad en que vive, de la interrelación, de la interconexión, del nexo creado a partir del amor, la fe y esperanza con el fin de alcanzar al perdido, está siendo un instrumento, una herramienta de las propias tinieblas sirviendo a los intereses y maquinaciones de satanás.

Hay una realidad irrefutable, incuestionable, irrebatible, categórica, que proviene de la luz de las escrituras que nos declaran que estamos en un mundo que no es nuestro mundo, estamos en este mundo, pero no pertenecemos a él; la oración de Jesús al decir; no ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal; ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo; santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad; como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo11; hemos sido enviados a este mundo como ovejas en medio de lobos; llamados a ser prudentes como serpientes, y sencillos como palomas12.

Cuando hay una restauración de parte de Dios sobre el hombre y la mujer es precisamente para honrarlo a él, para ser testigos fieles de lo que Dios hace, no podemos conformarnos a este siglo, sino que debemos ser transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta; cuando el hombre, la mujer es separado del primer núcleo social y eclesiástico que es la familia, siendo los integrantes de esa familia los más cercanos prójimos que conocemos y por mandato de Dios debemos amarlos como mínimo como a nosotros mismos, como está escrito: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Llegar a lo máximo del amor es la meta, manifestar el amor de Dios es la diferencia, amor que ha sido derramado sobre el corazón del hombre y la mujer, debemos llegar amar al otro como Cristo nos amó; el primer círculo para recibir el amor es la familia; el hombre en el matrimonio como cabeza y sacerdote, la mujer en los hogares monoparentales desempeñando también el sacerdocio del hogar sobre los hijos, deben estos ministerios primarios de la iglesia ser cuidados, fortalecidos,sostenidos y ejemplarizantes en el buen sentido de la palabra en la comunidad cristiana, siendo buen testimonio para los fieles e infieles.

Cuando una religión aparta al súbito, al creyente, al profesante de sus creencias de la familia, han olvidado, han ultrajado, han afrentado, han agraviado la voluntad y los propósitos del Dios para con el hombre y la mujer, han pasado sobre la importancia de la familia en el plan de Dios, han olvidado que la iglesia de Jesucristo es sal y luz, han olvidado que han sido enviados a testificar al mundo de su amor inmutable hacia el hombre, hacia la mujer, se han olvidado de la interacción, la interrelación, la intercomunicación entre dos mundos, el mundo sin Dios y el mundo con Dios.

¿Cómo, los hombres y las mujeres, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios13. Antes bien, La mies a la verdad es mucha, más los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.

La transformación se inicia desde el interior mismo.

Fehacientemente, indudablemente, contundentemente las escrituras nos declaran que conforme es el pensamiento del hombre así es él14; si el pensamiento del hombre cambia, su vida, su forma de actuar o entender las cosas también cambiarán; el hombre sin Dios está viciado, llenos de hábitos o prácticas, que lo alejan de Dios, pero, una vez que viene a Dios reconciliándose para con él por medio de nuestro Señor y salvador Jesucristo empieza una serie de cambios y transformaciones, que darán como resultado un nuevo hombre, una nueva mujer; como está escrito: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas15.

 El pensamiento va siendo cambiado, trasformado, innovado, dando lugar a un nuevo hombre creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad16hasta llegar a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo17, pero, Dios que es soberano sobre todas las cosas nunca hará transformaciones, mutaciones, cambios, en ningún hombre, ni en ninguna mujer a consta del enajenamiento de los atributos innatos, inherentes, esenciales otorgados en el principio de la creación a Adán y Eva, Dios es fiel a sus principios, más allá de nuestras infidelidades; palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará.Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo18.

Es indiscutible que el pensamiento tiene una influencia, un poder, un peso más que importante para determinar, para alterar, para trastornar la forma de actuar de alguien; lo que el hombre piensa de sí mismo, esto es lo que determina, o más bien indica su fin, "Porque cuál es su pensamiento en su corazón (del hombre), tal es él."

                                                                     Proverbios 23:7

Es incuestionable, innegable, indudable, que partiremos, que comenzaremos a partir de la siguiente verdad: el hombre sin Dios tiene un pensamiento contaminado, defectuoso, incorrecto, imperfecto a causa de su naturaleza pecaminosa, situación que hace que la maldad de los hombres sea mucha en la tierra, y los designios, las intenciones, los propósitos de sus pensamientos estén inclinados al mal, porque incuestionablemente mentiroso, embaucador, engañoso; tramposo es el corazón más que todas las cosas, al igual que maligno, siniestro, malicioso, perverso; ¿quién lo conocerá?19

Cuando hablamos así, del estado calamitoso, funesto, perjudicial, nocivo, desastroso del hombre y la mujer en primer lugar hacia Dios y luego entre los hombres y mujeres de este mundo, simplemente estamos pensando en aquel primer Adán y Eva que vivían en un estado de inocencia total, donde el mal no existía, Dios lo había creado todo bueno y perfecto que hacía que el hombre viviera en ese estado de integridad, honestidad, moralidad, ingenuidad, simplicidad, inocencia única, esta situación era el resultado las consecuencias de la ausencia del mal, pero como sabemos ese estado no se pudo mantener, entró el mal, entró el pecado a este mundo y todo cambió, todo cambió para mal.

No queremos hacer apología, ni una ponderación, ni un ensalzamiento del mal, no estamos diciendo que no hay buenos padres ni buenas madres, no estamos diciendo que no existen buenos trabajadores o mujeres y hombres honrados, pero, para ser o llegar al estándar, al patrón, al modelo demandado por Dios como que no llegamos, como que no lo alcanzamos, como que no lo conseguimos a pesar de nuestros esfuerzos, porque la naturaleza humana que está en nosotros no quiere saber nada para con Dios, de manera que consciente o inconscientemente, por costumbre, por hábitos o deseos que están en la naturaleza humana nos llevan a distanciarnos, separarnos, apartarnos de Dios porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre20.

Esta situación inexcusablemente, indeclinable, indefectiblemente aleja más y más al hombre de Dios, pero, una vez que ese hombre caído, consumido, esclavizado por el pecado viene a Cristo, Dios Espíritu Santo comenzará a derramar luz en sus pensamientos, que irán enseñando, revelando la verdad establecida en las sagradas escrituras que irán generando, formando, concibiendo, creando un nuevo hombre, una nueva mujer.

Si el hombre oye, aprende, y aplica la verdad que está comenzando a recibir, sus pensamientos, su manera de vivir va a ser transformada y aquel viejo hombre que estaba viciado conforme a los deseos engañosos de la naturaleza humana pecaminosa que es predominante en él, comienza a ser transformado y renovado en el espíritu de la mente, comienza a ser trasmutado en un nuevo hombre, comienza un proceso metamórfico, en el pensamiento, en la mente que le hará cambiar actitudes, modos de pensar y actuar que irán forjando un nuevo hombre, una nueva mujer, que serán cada día más alejado, más separado, más diferenciado de aquel hombre o mujer que se era cuando se estaba bajo el dominio del pecado, del mal, de los malos pensamientos que abundaban en él. 


Arranquemos aquí con la idea firme de que ya ha existido en el lector un despojo del viejo hombre con sus deseos engañosos, pecaminosos que lo alejaban de Dios; estando ahora presente el nuevo hombre, el cual es, el cual está siendo forjado, transformado a la imagen del que lo creó; como está escrito: Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto21; todo hombre, toda mujer es el resultado, vive su vida, determina sus acciones conforme, acorde a los pensamientos de su corazón.

Lo que está en el corazón del hombre de alguna manera va determinando su vida, su suerte, su destino; por lo cual, sobre toda cosa guardada, el hombre, la mujer debe de guardar su corazón, porque de él emana, procede, proviene la vida22; es indudable que del propio corazón salen los buenos23 y los malos pensamientos24; por lo cual, el hijo de Dios, el creyente, debe de experimentar una transformación, una mutación, una metamorfosis, una conversión de corazón a través de la fe, recordemos que Dios nos ha escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad25

Es natural, normal, corriente, que en el corazón del hombre y la mujer muchos sean sus pensamientos26; más la palabra, el consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos del corazón de Dios son por todas las generaciones; bienaventurada la nación, dichoso el hombre, feliz la mujer cuyo Dios es Jehová, el pueblo que Dios escogió como heredad para sí27; Dios dice al hombre, dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos28, yos daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra29.

Que tremenda verdad divina, la acción incomparable de la palabra de Dios convirtiendo, mudando cristianizando el alma de tal modo que todo aquel que está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas han pasado, han quedado atrás; porque todas son hechas nuevas30; para que ya no se viva conforme, acorde, satisfactoriamente a este siglo, sino que se sea transformado, trasmutado, convertido por medio de la renovación del entendimiento, de la mentalidad, que van generando los nuevos pensamientos, para que comprobemos cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta31, para todos y cada uno de los creyentes; la palabra de Dios es perfecta, que convierte el alma32. 


Hay verdades que pueden caminar paralelas en el mundo separado de Dios, y en el Reino de Dios, más allá de que cada camino tenga un final diferente, como bien está escrito, hay caminos que al hombre le parecen derechos, pero su final es muerte33 y condenación eterna34, mientras que el camino del Reino nos lleva al padre de las luces de quien desciende toda buena dadiva y todo don perfecto35; una de esas verdades paralelas que se puede dar tanto en el mundo sin conocimiento de Dios, y en el reino de los cielos es que todo hombre, toda mujer, están en un continuo cambio, que no todo permanecerá, persistirá, perdurará igual, sin cambios por siempre; nada de lo que fue vuelve a ser, la vida de los hombres, y las mujeres no son lo que fueron un día; todos están cambiando a diferentes, desiguales, desemejantes ritmos, pero, es indudable, es irrefutable, es innegable, es incuestionable todos están cambiando, para bien o para mal, pero todos están cambiando.

Pablo nos dice: Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño36; palabras estas que nos dan la idea, el conocimiento de que todos los creyentes, los hijos del reino irán sufriendo diferentes metamorfosis, cambios, transformaciones de pensamientos, porque los nuevos pensamientos que están llegando nos trasmiten, nos trasfieren, nos colocan frente al conocimiento de la voluntad, y del propósito de Dios para con nuestras vidas, lo que nos ayuda a crecer, madurar, y fructificar.

La acción directa del Espíritu Santo sobres las escrituras espíritu y vida, presagian, anuncian, predicen, que irremediablemente habrá cambios en el creyente, que darán luz a un nuevo, a un diferente hombre; todos y cada uno de los creyentes irán siendo transformados de gloria en gloria37 hasta que todos lleguen a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo38. 

bendiciones abundantes para ti y tu familia en nombre de Cristo. Atte. Myrp