
Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz.
Jeremías 29:7
Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo. Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto. Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón,
1 Samuel 12:22-24
Un intercesor es alguien que busca el amparo, la misericordia, la gracia, la intervención de Dios, en favor de otra persona, de una ciudad, de una nación; las escrituras son ricas en cuanto a intercesores e historias intercesoras, la intercesión es una acción que ha sido muy significativa dentro del pueblo de Dios y aún hoy sigue siéndolo.
Debemos considerar muy fuertemente que todos hemos sido llamados a interceder, casi diría que hemos sido mandatados por la palabra a interceder unos por otros, mientras que las escrituras nos revelan que somos templo de Dios Espíritu Santo, una de las características del Espíritu es interceder; es el Espíritu quien nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. (Romanos 8:26-27)
La oración intercesora es una característica que revela el amor al otro, al prójimo, manifiesta una cierta pasión, un fuerte deseo que la bendición de Dios llegue a los que te rodean, llegue al barrio, a la ciudad, a la nación; es más que interesante que el Señor nos mandate a trabajar por la paz y la prosperidad de la ciudad donde vivimos y que le pidamos a Él, al Dios de los cielos por la ciudad, para que esta sea bendecida; porque del bienestar de la ciudad dependerá el bienestar de ustedes". (Jeremías 29:7) la iglesia debe de orar, clamar, interceder por la bendición de la nación y cuando esta es bendecida la iglesia, el creyente es bendecido.
La exhortación apostólica es muy fuerte y concreta para aquel que quiere agradar a Dios; Pablo le dice a Timoteo: En primer lugar, antes que nada, te ruego, te suplico, te hago esta petición que ores por todos, por cualquiera, no hagas distenciones a la hora de orar, clama por los seres humanos por igual; debes de clamar, de gemir, de pedirle a Dios, que les ayude, que les bendiga, que puedan conocerlo a él; intercede por el favor divino sobre los hombres, y da gracias por ellos.; no te olvides, no vallas a olvidarte de orar, no vayas a desenfocarte, debes de orar con fe, con confianza, con esperanza por los hombres todos, por los reyes, los gobernadores, por todos los que están en autoridad, por los que están en eminencia, no es importante que simpatices o que te entiendas con ellos, no es necesario que tú lo hayas elegido o no, tú debes de orar por la bendición para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad.
Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre
1 Timoteo 2:1-5
La oración intercesora, es un tiempo maravilloso en que elevamos a Dios una oración por el otro en nombre de Cristo, dándote cuenta en tu espíritu, en tu corazón, de la lucha, de las adversidades, de las dificultades que está sufriendo el otro, donde el Espíritu te lleve a poder apreciar, sentir, sus cargas, su dolor y quebrante tu corazón, y al orar por el otro con pasión autentica, con fe verdadera, Dios también va haciendo cosas en ti porque te has enfocado en el otro; hay un llamado para todos por igual que es: orar en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; (Efesios 6.18)

Cuando uno le importa alguien y desea que le vaya bien, la mejor manera para lograrlo es llevar las cosas en oración, poner la persona en oración, la oración eficaz del justo puede mucho (Santiago 5:16), tienes que confiar que tu oración puede mover la mano, la gracia, el poder de Dios a tu favor, pero de igual modo pueda que esa oración incline el favor de Dios sobre vidas para ser salvadas, para restaurar matrimonios, reconciliar familias, para sanar enfermos y muchas cosas más, escrito está: todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis. (Mateo 21:22)
Me enredaron las cuerdas de la muerte; me arrasó una inundación devastadora. La tumba me envolvió con sus cuerdas; la muerte me tendió una trampa en el camino. Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos (Salmo 18:4-6)
La intercesión es una actividad muy significativa y es mencionada varias veces en las escrituras. Por ejemplo:
Abraham intercede por Sodoma y Gomorra (Génesis 18:36-33)
Moisés intercedió por Israel (Éxodo 32:30-32)
Moisés intercede por el pueblo (Números 14:13-15)
Esther intercede por los judíos ante el Rey Asuero (Esther 5)
Daniel intercede por el pueblo de Dios (Daniel 9)
Amos intercede por Jacob (Amos 7:1-6)
Abigail intercede ante David por su esposo Nabal (1 Samuel 25:23-25)
El centurión intercedió ante Cristo por su esclavo enfermo (Lucas 7:1-10)
La mujer cananea lo hizo por su hija endemoniada (Mateo 15:21-28)
Pablo intercede ante Filemón por Onésimo (Filemón 1:8)
Podemos apreciar de lo impresionante, extraordinaria y poderosa que ha sido la oración intercesora ya que se ha practicado en la vida de los creyentes como una práctica constante; específica y significativa; la práctica constante tanto en el Antiguo testamento, como en el Nuevo Testamento por el pueblo de Dios nos testifican la importancia de orar, de interceder por lo demás.
Existen abundantes intercesiones de distinto tenor, contenido, o características y las intercesiones han sido hechas por las más diferentes personas, lo que nos refleja no solo un acto de amor, de compasión, de misericordia, de esperanza hacia el otro, sino que nos revela una actividad poderosa de Dios escuchando y respondiendo a las oraciones, a las suplicas de su pueblo; Jesús dijo: Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. (Juan 14:13-14)
Cuando alguien ora por el otro, cuando alguien intercede ante el trono de la gracia por el otro, no solo estamos buscando la bendición de Dios para el otro, sin lugar a dudas, el intercesor, fortalece en el Espíritu intercesor su propia fe, tiene cada día una mayor confianza en el poder y la misericordia de Dios, nota de manera real que cosas importantes, poderosas y hasta imposibles para el hombre suceden como repuesta a la oración; pero lo principal es que mantenemos una conexión espiritual y personal para con Dios Padre en nombre de Jesús.
Estamos seguros de que él nos oye cada vez que le pedimos algo que le agrada; y como sabemos que él nos oye cuando le hacemos nuestras peticiones, también sabemos que nos dará lo que le pedimos. Si alguno de ustedes ve que otro creyente[d] comete un pecado que no lleva a la muerte, debe orar por él, y Dios le dará vida a esa persona
1 Juan 5:14-16
Hoy tenemos nada más y nada menos que a Cristo como el intercesor de todos nosotros como está escrito: ¿ Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros (Romanos 8:34); tenemos un abogado constante para con el Padre, a Jesucristo el justo (1 Juan 2:1); sin ningún tipo de perjuicio, de menoscabo, de deterioro hacia la persona del intercesor o intercesora; vale la pena señalar que todos los creyentes vivos en el Espíritu son potencialmente intercesores en Cristo debido a:
1.En primer lugar, porque nuestro Dios, no es Dios de muertos, sino que es Dios de vivos; y para él, todos sus hijos viven; en los hijos de Dios existe una libertad imperecedera, perdurable, verdadera, única para entrar en la misma presencia de Dios Padre; la sangre poderosa de Jesucristo, el camino nuevo, vivo que él nos abrió; nos permite a todos por igual estar cercano a Dios.
Jesús en la cruz nos reconcilio con Dios el Padre, dándonos la entrada por un mismo Espíritu al Padre. Cristo es el intercesor uno por excelencia; pero a través de él todos podemos interceder ya que toda oración al Padre, Dios eterno, y único, quien vive por siempre es realizada, ejecutada, consumada en nombre de Jesús; toda oración eficaz debe de ser hecha con fe, esperanza y en nombre de Jesús.
Promesas fieles y verdaderas tenemos como para confiar, como para estar cien por cien persuadido, como para tener fe de que la oración tiene poder, tiene repuesta de parte de Dios, ya que las escrituras nos enseñan que todo lo que pidiéramos al Padre en el nombre de Jesús, el propio Jesús lo haría, para que el Padre sea glorificado en el Hijo; no hay, no existe ni la más mínima, imperceptible duda en el creyente sobre lo siguiente: si algo pidiéramos en nombre de Jesús; Jesús lo hará.
2.El maravilloso y autosuficiente Espíritu que levanto a Cristo de entre los muertos mora en nosotros, el propio Espíritu hará que nuestros cuerpos mortales sean vivificados; somos templos del Espíritu y morada del Dios vivo, este mismo Espíritu nos ayudará a interceder, aún en nuestras debilidades; el mismo Espíritu intercederá por nosotros con gemidos indecibles; desde el mismo dolor, pena, sufrimiento, quebranto; el mismo Espíritu que escudriña nuestros corazones y sabe bien que pedir, como pedirlo, y cuando pedirlo; es el mismo Espíritu que intercede por todos los santos conforme la voluntad de Dios.
Esta empatía, esta identificación, esta personalización íntima y personal del Espíritu con el creyente para interceder ante Dios, es una realidad; Pablo apóstol de Cristo nos exhorta a orar en todo tiempo, con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y ruego por todos los santos;y por él, a fin de que al abrir su boca le sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio.
3.De alguna manera los creyentes también deben de asimilar, empatizar con el problema, la situación, el dolor, el sufrimiento del otro al momento de la oración intercesora por la persona; es indudable, irrefutable, incuestionable a la luz de las escrituras que hemos sido alcanzados por amor para ser reconciliados para con Dios y para que habite, more, viva Cristo por la fe en nuestros corazones, con el propósito divino bien claro, de que podamos estar arraigados, prendidos, naturalizados, fundamentados, cimentados en su amor, siendoplenamente capaces de comprender, de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que estemos llenos de toda la plenitud de Dios.
Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios; por lo tanto, ese amor de amar al prójimo como a nosotros mismos o amar al prójimo como Cristo nos amó, nos lleva a empatizar, con el que sufre, con el perdido, con el marginado, con el menesteroso, con el quebrantado, etc., etc., llevándonos a la brecha a orar, por ese familiar, por ese creyente, por ese amigo, por ese compañero de trabajo, por el barrio, por la ciudad, por la nación; porque solo hay una esperanza para todo hombre, para toda mujer en este mundo; Jesucristo el Hijo de Dios.
4. La iglesia, el creyente, tiene la impronta, el desafío, el llamado a orar en todo tiempo sin cesar; tenemos la provocación del Espíritu a orar en todo tiempo con toda suplica, velando con perseverancia por todos los santos y por la predicación del evangelio; no hay, no existen, ni podrán existir jamás dudas sobre lo que pidamos en la voluntad de Dios; está en el corazón de Dios que todos estemos activados, impulsados, removidos desde lo más profundo de nuestro ser a ser intercesores auténticos, aborreciendo lo malo, siguiendo siempre lo bueno, diligentes, no perezosos; fervientes en el espíritu, siempre haciendo las cosas de corazón, como para nuestro Dios; amándonos sin fingimientos unos a otros, amándonos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; orando unos por los otros porque la oración eficaz del justo puede mucho

La iglesia intercesora, el intercesor camina en un terreno espiritual lleno de certezas, de convicciones, de certidumbre porque sabe que los ojos de Dios están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos; la existencia en el corazón intercesor de una confianza, de una seguridad plena se debe a que Dios desea la salvación del hombre, por lo tanto, es una oración bajo la voluntad de Dios, oración que es oída, donde Dios ve el corazón quebrantado, donde escucha los ruegos del intercesor y están delante de él porque esas oraciones suben para memoria delante de Dios.
Los intercesores también tienen un conocimiento de que Dios es un ser soberano, majestuoso, poderoso, que nada hay imposible para él, que todo lo puede; que ningún hombre o mujer esta tan lejos de Dios como para que él lo olvide; nadie está tan perdido como para que Dios haya dejado de amarlo; nadie es tan duro como para que Dios no lo transforme, o lo cambie en una nueva criatura; el intercesor no solo ve la necesidad de la intervención de Dios sobre esa vida, familia, barrio, ciudad, o nación, tiene una posición delante del Padre al dirigirse en oración de dependencia divina, él sabe que está en las manos de Dios y todo por el cual pide queda al final sujeto a la voluntad, al propósito, a la misericordia de Dios
De igual modo el intercesor es alguien dócil, sumiso al Espíritu Santo, deseando de corazón la intervención del propio Espíritu, que Dios se interese, se agrade de su oración; su humildad lo caracteriza porque sabe que está ahí en ese preciso lugar siendo escuchado por Dios como consecuencias de las misericordias divinas que no decaen, sino que son renovadas, nuevas cada día y extendida es por su gran piedad y gran amor divino hacia el pecador; el intercesor es fiel y perseverante en cuanto a la oración y guarda su vida en santidad porque sabe que su Dios Santo es.
La historia bíblica nos relata que los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, de la esclavitud, del sometimiento, la opresión inhumana que sufrían, en esa aflicción Israel clamó; y esa lamentación subió a Dios, fue oída por Dios; por lo cual decide sacarlos a la tierra de la promesa; cuando Dios llama a Moisés le cuenta la situación que esta su pueblo, que ha oído su clamor, que ha visto la opresión de los egipcios, que ha conocido sus angustias, Dios oyó y respondió a la oración, pero el proceso libertador llevó tiempo.
Daniel intercede por el pueblo de Dios, con ayuno y oración, pero, la repuesta de Dios no llegó de forma inmediata; aunque escucho la oración desde el primer momento como está escrito: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido; mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días.
La oración de Josué fue oída y respondida inmediatamente cuando pidió que el sol y la luna se detuvieran; la oración de Ana fue oída instantáneamente y en el tiempo necesario fue respondida; la oración de Ezequías e Isaías cuando el rey de Asiria Senaquerib le amenazaba; la repuesta a la oración de Ezequías cundo enfermó de muerte y Dios le responde de forma inmediata; podemos agregar más oraciones intercesoras, lo cierto es tener en claro que Dios está atento y oye toda oración, y responde, aunque la repuesta puede ser inmediata o no, pero siempre hay una repuesta de Dios; la oración puede ser respondida no de la forma que queremos o deseamos, pero es respondida; los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones, en ocasiones Dios puede responder NO.