Habíamos concluido lo anterior de la siguiente manera: no podemos concebir, pensar, imaginar la existencia de algún mortal que pueda decretar sobre lo que Dios ya ha establecido, porque los cielos cerrados son una consecuencia, una secuela, un efecto que ha ocurrido como resultado directo de la maldad y el pecado del hombre1, la maldad, el pecado siempre acarreará una consecuencia a corto, mediano o largo plazo, no nos engañemos, no desnaturalicemos, no tergiversemos, no adulteremos, lo establecido por Dios, porque escrito está: Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará2; el pecado, sus consecuencias siempre alcanzarán al hombre3; el que hace el mal pagará por su propia maldad, y en esto no hay favoritismos4.

Los que me conocen saben que tengo cierto apego a Deuteronomio 28; este es un capítulo de las escrituras que nos confronta directamente, contrastando, diferenciando, disidiendo entre el que oye la voz de Dios y el que no oye la voz de Dios; entre el que hace la palabra de Dios y el que no la hace la palabra de Dios; entre el que es obediente a la palabra de Dios y el que es desobediente a la palabra de Dios; entre el que ama a Dios y el que no le ama, porque todo aquel que ama la palabra a Dios ama5

Todo aquel que es de Dios, la palabra de Dios oye; y el que no es de Dios, no oye la palabra de Dios6; la divergencia, la disparidad, la oposición, el contraste presentado en Deuteronomio 28 es tremendo, descomunal, gigantesco, inmenso, nos encontramos frente a dos universos dispares, diverso, desemejante el uno del otro, el universo de la bendición y el universo de la maldición, el hacer o no hacer la palabra de Dios es lo que hace al hombre habitar, vivir, estar en un universo o en otro.

Las escrituras nos señalan que todo el que oye atentamente la palabra de Dios y la pone por obra, alcanzará la bendición de Dios7; más todo aquel que no oye la palabra de Dios y no la pone en práctica alcanzará la maldición8 así que todo culmina y todo comienza en un punto, en el principio, en la concepción espiritual de hacer o no hacer la palabra de Dios.

Cualquiera que oye la palabra de Dios y la hace, es semejante a un hombre prudente que edifica, construye, su casa, su vida, sobre la roca, en Cristo y cuando vienen las diferentes adversidades en contra de ella, permanecerá9, los que son de Dios, oyen las palabras de Dios, estos son conocidos por Dios, y estos siguen a Dios, el que construye su casa sobre la arena, dejando de lado la palabra de Dios, al venir las adversidades, los problemas, las tormentas de la vida la casa se destruye.

Nadie podrá arrebatar una sola alma de la mano de Cristo porque tanto el Padre como el hijo uno solo son10; Jesús dijo: mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. (Juan 10:28-30) sin embargo, el que oye las palabras de Dios y no las hace, no las pone en práctica, es como un hombre insensato, sin sentido espiritual que hará que la ruina, el dolor, el sufrimiento, reine sobre una casa sin Dios (Mateo 7:26-27)

Los cielos cerrados son una consecuencia directa del resultado malogrado fracasado, estropeado, quebrado, por el hombre ante su ignorancia, su inopia, su rebeldía, su desobediencia, su inmovilización hacia la palabra de Dios, viven como si Dios no existiera, a pesar de tener su palabra, la ignoran, la manipulan, la desplazan, olvidándose que la doctrina dada por Jesús no es de él, sino del Padre12; del Padre de las luces con el cual no hay cambio ni sombra de variación13, bienaventurados son y serán por siempre aquellos que oyen la palabra de Dios y la guardan14.

Sin embargo algunos, pocos o muchos viven como si Dios no existiera; a pesar de decir creer en él, se han vuelto tan solo oidores de la misma engañándose15, mintiéndose, haciéndose trampas, encerronas a sí mismos, creer en Dios está bueno, pero, los demonios también creen y tiemblan16; algunos pocos o muchos creyentes viven como si Dios no existiera como consecuencias de la incredulidad hacia la palabra, esta realidad de vida ha endurecido sus corazones, volviéndose provocadores, rebeldes, insurrectos a la palabra de Dios.

Algo similar sucedió con la generación que no entró a la tierra prometida, conocían la promesa, decían añorar alcanzar la promesa, vieron la mano de Dios obrar en las señales portentosas que les permitió salir de la esclavitud de Egipto, vieron la gracia de Dios alimentándolos y saciando su sed, vieron abrirse el mar rojo, pasaron entre dos paredes de aguas; cruzaron el río Jordán con las aguas detenidas, vivieron la conquista de Jericó, vieron las murallas derrumbarse sin embargo, cuando llegó el momento de entrar a la tierra prometida, diez de los doce espías se olvidaron de todo, y no entraron a la tierra prometida, salvo Josué y Caleb que si le creyeron a Dios, dos espías que estaban dispuestos a vivir lo que habían creído a Dios.

A pesar de todo los milagros que vivió y vio17 el pueblo de Israel al momento de aplicar la fe, no lo hicieron; viven como si Dios no existiera porque han forjado un cristianismo totalmente exteriorizado, manifestado de la boca hacia afuera, ritualizado, una cosa es lo que dicen con la boca y otra es la que hay en sus corazones, no hay temor de Dios18; viven como si Dios no existiera por que el pecado ha endurecido sus corazones19, volviéndose corruptos, cuando deberían ser renacidos de una simiente incorrupta por medio de la palabra de Dios que vive y permanece para siempre20

Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones, no se aparten de tus ojos, guárdalas en medio de tu corazón21; toda palabra que sale de la boca de Dios; no volverá a él vacía, sino que hará lo que Dios quiere, y será prosperada en todo aquello por la cual fue enviada22; ninguna palabra de Dios se tardará, toda palabra de Dios se cumplirá23 como está escrito:Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con él.


Si le negáremos, él también nos negará. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo24. Por lo tanto, es realmente improbable, inadmisible, inverosímil, imposible, absurdo mantener una relación viva, eficaz, fructífera, bendecida con Dios, alejados completamente de Dios; las escrituras nos dicen: si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán 25 Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro26

Al comienzo nos habíamos preguntado algunas cosas como: ¿Se podría sinceramente, verdaderamente, efectivamente, positivamente hacer un decreto de que los cielos cerrados se abran? Pero, otra pregunta viene a nuestros pensamientos, ¿Quién ha cerrado los cielos y que es lo que hace que esos cielos estén cerrados? Cuán significativa, trascendental, substancial, importante es esta pregunta a esta altura, porque su repuesta nos ayudará a encontrar luminosidad escritural, porque, lámpara es a nuestros pies la palabra Dios, y lumbrera a nuestro camino27.

Podemos caminar seguros, tranquilos, con plena certeza y confianza en su palabra, pues hemos nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece; porque todo mortal es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo; la hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre28; ella es verdaderamente fiel29

Vivimos en un mundo en tinieblas, en un mundo alejado, separado de Dios, sin fe, sin esperanzas cautivo del pecado y del príncipe de este siglo; en un mundo caído; para el creyente que quiere agradar a Dios no hay, no existen varias alternativas, no hay muchas opciones, el reto, el desafío, la provocación del cielo es permanecer, mantenerse, persistir en la palabra de vida que nos ha sido revelada, enseñada por Dios Espíritu Santo30, podremos alcanzar la sabiduría para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

Entendemos que toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra31. Dios revela, el deja ver, corre el velo de las tinieblas, lo profundo, lo escondido, sale a la luz porque Dios sabe lo que se oculta en las sombras. ¡En Dios habita la luz!32 Este es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad33.  

Vuelvo a repetir parado desde el lugar más humilde y sencillo, sin pretender entrar en ninguna clase de polémica y mucho menos decir esto es verdadero y aquello es falso, pero, dar órdenes que los cielos se abran, es realmente como algo aventurero, temerario, inconsciente, irreflexivo, es muy probable que dichas palabras estén llena de buenas intenciones, de buenos deseos, de buenos propósitos, pero, sinceramente las buenas intenciones, los buenos deseos o intenciones serán suficientes para que los cielos se abran; no; ningún cielo se abrirá, realmente eso no alcanza, los cielos están cerrados a causa del pecado, de la rebeldía, de la desobediencia del hombre hacia Dios, esa desobediencia a su palabra, a su voz, ha traído consigo un castigo de parte de Dios, como está escrito:

Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán34 … Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro35; Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre sembrare, también cosechara36, el hombre ha escogido bajo que cielo estar; podrá otro hombre o un hombre cualquiera sea este tomar el lugar de Dios, para perdonar pecados, podrá un hombre cualquiera sea este tomar el lugar del pecador y arrepentirse por él, no, no, eso es personal y solo Dios puede perdonar pecados.


Se puso Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos37 al cielo, y dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia con tus siervos que caminan delante de ti de todo su corazón38; Mas ¿es verdad que Dios habitará con el hombre en la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que he edificado?39 Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh Jehová Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti. Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste: Mi nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar. Asimismo, que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar hicieren oración, que tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada; que oigas y perdones40.

Salomón tuvo repuesta a su oración, a su petición, a su deseo de corazón, las escrituras nos dicen: clama a mí y yo te responderé41, Debemos de tener confianza en Jesucristo, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Jesucristo nos oye; y si sabemos que Jesucristo nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho42; si tuviéramos fe, y no dudáramos, todo lo que pidiéramos en oración, creyendo, lo recibiríamos43; Jesús dijo: todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo; si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré44;

Lejos de realizar un decreto, un mandato, una orden sobre aquel lugar, Salomón eleva una oración, una petición, casi un ruego; el resultado de la misma es que se le apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio. Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra45. 

bendiciones abundantes para ti y tu familia en nombre de Cristo Jesús 

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