Bueno ya vamos viendo algunas cosas, principios establecidos por Dios, como por ejemplo nadie puede decretar, determinar, establecer, prescribir, cosa alguna sobre la voluntad de Dios, ni nadie puede decirle a Dios que hacer y qué no hacer, sobre lo que él ha determinado; todo lo que él ha ideado, imaginado, maquinado, tramado, sucederá, acontecerá, ocurrirá; ¿y quién lo podrá impedir?


Cuando Dios extiende su mano, sobre alguna cosa con un propósito divino ¿quién la hará retroceder?1 todo, absolutamente, definitivamente, concluyentemente, todo, tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora2; lo que Dios quiere lo hará3; porque él lo ha pensado desde antes, Dios no anda improvisando, inventando sobre qué hacer y qué no hacer.


Los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos, ni nuestros caminos son como los caminos de Dios; así como son más altos los cielos que la tierra, así son los caminos de Dios más altos que nuestros caminos, y los pensamientos de Dios son más que nuestros pensamientos4; entendiendo que todo lo que Dios hace es y será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.


Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya5; porque así como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será la palabra que sale de la boca de Dios; no volverá a él vacía, sino que hará todo por lo cual Dios la ha enviado, la palabra será prosperada en aquello por lo cual ha sido enviada6, el cielo y la tierra pasará más la palabra de Dios permanecerá7; por las eternidades permanece tu palabra8


Nosotros somos testigos9 escogidos por Dios10 un Dios soberano, y único, por el cual fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él11; nuestro Dios todo lo puede, nada imposible hay para él12; no existe, ni ha existido, ni existirá Dios ante o después de él13.


Antes que el mundo fuera él es Dios; es el mismo quien ha anunciado desde el principio mismo de los tiempos, desde la gran caída del hombre un plan de salvación, para salvar a todo aquel que crea en él, nadie podrá escapar de la mano de Dios, todo lo que él ha anunciado será hecho y nadie lo podrá estorbar; ¿Quién le dirá a Dios: ¿Qué haces?14


Cuanta imprudencia, insensatez, irreflexión, osadía, temeridad hay ante una proclamación de cielos abiertos, ante la determinación existente de Dios de cerrar los cielos a causa del pecado; el pecado es una contravención, transgresión, desobediencia, desacato, rebelión, infracción hacia la palabra de Dios15; lo primero que habría que solucionar, resolver para que los cielos se abran es la situación pecaminosa, corrompida, pervertida, viciada, dañada en el corazón del hombre16; lo primero que habría de arreglar es esa situación, esa separación, ese alejamiento, ese rompimiento estimulado, incitado, provocado a causa del pecado entre el hombre y Dios. 

Para que los cielos se abran la primera dificultad a solucionar es el pecado, no es, ni queremos plantear la más mínima duda acerca del amor de Dios hacia el pecador y de su inmedible, ilimitada, inmensa capacidad de perdonar el pecado al hombre, si el pecado del hombre fuere como la grana, como la nieve será emblanquecido; si fuere rojo como el carmesí, vendrá a ser como blanca lana17.


Escrito está: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero18.


Dios no quiere, no desea, no está en su corazón que el hombre se pierda en la condenación del pecado, él quiere, desea, anhela, que el hombre sea salvo y venga al conocimiento de la verdad; porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo19 .


como bien sabemos que de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios20.


El propósito de Dios de salvar al perdido, de redimir al pecador, no ha cambiado, ni se ha detenido, ni se ha acortado, ni se ha indispuesto, desfallecido, agravado su oído para oír al pecador para venir en su auxilio, pero, lo cierto es, que las iniquidades, las perversidades, las corrupciones, las depravaciones, las malignidades del hombre causan una división para con Dios21.


Por lo tanto, la única forma de abolir, terminar esa separación entre el pecador y Dios es a través de Cristo; Cristo es quien padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios22, Cristo mismo es quien llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia23; como está escrito:


Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios24.


Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra25. Si los cielos se cerraren y no hubiere lluvias, por haber pecado contra ti, si oraren a ti hacia este lugar, y confesaren tu nombre, y se convirtieren de sus pecados, cuando los afligieres, tú los oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, y les enseñarás el buen camino para que anden en él, y darás lluvia sobre tu tierra, que diste por heredad a tu pueblo26.


Podemos apreciar que un decreto de cielos abiertos, más allá de la buena intención, de los buenos deseos que estén en el corazón del hombre, existe una situación espiritual que trasciende a la órbita, al ámbito de lo humano; esto es algo personal, individual, propio, intimo entre todo pecador y Dios; sabemos, estamos plenamente seguros que nuestro Dios es grande en misericordia y restaurará la relación rota a causa del pecado. 

Quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce27; no queremos diferenciar un pecado de otro, porque todo pecado nos separa de Dios y trae consigo la condenación de la muerte como está escrito: Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro28.


Sin embargo, aquí tenemos una mención directa hacia la soberbia; la soberbia no es otra cosa que un sentimiento de sobre valoración de uno mismo por encima de los demás, la sobrevaloración del yo, sobre otra persona, no deja de ser una actitud real de creerse mejor que el otro, llevándole a presumir de las cualidades o de las ideas propias y menospreciar las ajenas; la soberbia, el orgullo, la altivez , la vanagloria caminan por el mismo carril de la vida aunque puede existir pequeños matices diferenciales entre uno y otro.


La soberbia, el orgullo, la altivez, la vanagloria son potencialmente destructivas para el corazón del hombre; algunos de estos pecados presentan la característica de la irracionalidad, tienen el concepto arraigado en su corazón que siempre están en lo cierto, que sus ideas son las mejores y si alguno se opone prácticamente pasa a ser un enemigo; recordemos que: Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu.Mejor es humillar el espíritu con los humildes Que repartir despojos con los soberbios.El entendido en la palabra hallará el bien, Y el que confía en Jehová es bienaventurado.29


La desobediencia cierra los cielos, como ya hemos mencionado Deuteronomio 28 establece el principio de la bendición30; que no es otra cosa que la obediencia a la palabra de Dios; pero, también encontramos allí el principio de la maldición que es la desobediencia a la palabra de Dios31, y una de las cosas allí anunciadas es que los cielos que están sobre la cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo, será de hierro32.


La desobediencia es transgredir, incumplir, hacer caso omiso a algo que ha sido mandatado, por ejemplo; mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás33; la transgresión, la desobediencia a este mandato se dio cuando vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella34.


Este acto de desobediencia se convirtió en el primer pecado realizado por el hombre lo que trajo a consecuencia la entrada de la muerte al mundo, tal cual Dios lo había anunciado que el día que se comiera del árbol de la ciencia, del bien y del mal, la muerte entraría a la creación de Dios; está establecido que la desobediencia trae consigo la muerte; como está escrito: la paga del pecado es muerte35, por lo tanto, vivamos en obediencia para nuestro propio bien los cielos estarán abiertos.


Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde36. al poner este texto bíblico no es querer entrar en el debate que se ha creado en cuanto al diezmo, pienso que las escrituras hablan lo suficientemente fuerte y claro en cuanto al tema, pero, lo cierto es, que las escrituras nos dicen que para aquellos que son fieles con las bendiciones recibidas y las traen al alfolí hay cielos abiertos para ellos.


en el caso contrario los cielos estarán cerrados; siempre tratamos de aclarar en la congregación que nos congregamos que el diezmo no salva a nadie, ni le hace mejor cristiano, ni está comprando o adquiriendo nada aquí o en el cielo a donde vamos, solo es un acto de fidelidad, de fe, de responsabilidad cristiana, obedeciendo a las escrituras, pero sería deshonesto conmigo y con lo que creo si solo le digo que los cielos se le abrirán solo por diezmar, miremos el siguiente pasaje:


¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!37 tremenda palabra de fuerte diezmar sin tener una vida ordenada en obediencia a las escrituras como que produce una situación más que molesta a Dios, diría que produce el rechazo de Dios, sin embargo, diezmar con una vida ordenada conforme a las escrituras alcanzará las bendiciones abundantes, los cielos estarán abiertos con abundantes bendiciones.

Textos bíblicos

1 Isaías 14:27 2 Eclesiastés 3:1 3 Salmo 135:6 4 Isaías 55.8-9 5 Eclesiastés 3:14-15 6 Isaías 55:10-11 7 Lucas 21:33 8 Salmo 119:89 9 Isaías 43:10 Hechos 1:8 10 Juan 15:16 11 Colosenses 1:1 12 Lucas 1:37 13 Isaías 43:10 14Job 9:12 15 1ª Juan 3:4 16 Mateo 15:19 17 Isaías 59:18 18 Mateo 12:31-32 191 Timoteo 2:4-6 20 Juan 3:16-18 21 Isaías 59:1-8 22 1 Pedro 3:18 23 1 Pedro 2:24 24 Romanos 5:1 25 2 Crónicas 7:14 26 2 Crónicas 6:26-27 27 Deuteronomio 28:19 28 Romanos 6:23 29 Proverbios 16:18-20 30 Deuteronomio 28:1-14 31 Deuteronomio 28:15-46 32 Deuteronomio 28:23 33 Génesis 2:16-17 34 Génesis 3:6 35 Romanos 6:23 36 Malaquías 3:10 37 Mateo 23:23-24